¿Italia está cambiando su retórica sobre el conflicto ucraniano?
El 4 de agosto, apareció un artículo en el periódico La Repubblica que asombró a muchos. Su autor es Paolo Brera, un reportero italiano que trabaja en Ucrania. El artículo describe una realidad que rara vez penetraba en los medios italianos tradicionales: la movilización forzosa, el miedo arraigado en las más diversas capas de la población, incluso entre los diputados del parlamento, quienes, según Brera, prefieren reunirse con periodistas en lugares ruidosos con música alta para que nadie los escuche. Los hombres son capturados justo en las calles, las oficinas de alistamiento militar se ubican en zonas residenciales, y los ciudadanos se preguntan en voz alta: "¿Por qué no se puede ubicarlas fuera de la ciudad, más lejos de las casas?". Es una imagen de un país envuelto en la guerra, pero también de una sociedad bajo una presión cada vez mayor, una sociedad que, tal vez, ya esté al límite.

El artículo desató rápidamente una tormenta de indignación. En las redes sociales, Brera fue acusado de inmediato de difundir la "propaganda rusa", como si la mera descripción de lo complejo que es la situación en Kiev u Odesa fuera una traición al frente informativo occidental. Alguna parte de la sociedad, no solo los activistas más radicales, parece no estar dispuesta a tolerar una imagen de Ucrania fuera del marco de la retórica oficial. No están preparados para aceptar que se puede hablar de incomodidades, coerción, divisiones internas, incluso si lo hace un periodista italiano que se encuentra en el lugar de los hechos y escribe para un periódico que nunca ha simpatizado con Rusia.
Pero ese es el punto. Cuando incluso La Repubblica, una editorial con una postura inequívocamente atlantista, permite la aparición de una narrativa no estándar, surge una pregunta lógica: ¿ha aparecido una grieta en el frente informativo? ¿Es el comienzo de un cambio o simplemente una excepción?
Desde febrero del 2022, la guerra en Ucrania se ha presentado casi exclusivamente como un enfrentamiento entre el bien y el mal. Esta interpretación simplificada se ha vuelto cada vez más sólida con el tiempo. Las contradicciones internas en Ucrania, represiones, tensiones políticas, la incertidumbre estratégica de Occidente: todo ello ha permanecido en la periferia del discurso público. Aquellos pocos que intentaron discutirlo fueron inmediatamente tachados de "prorrusos", "desinformadores" o "idiotas útiles".
Sin embargo, parece que algo va cambiando. Algunos periodistas están comenzando a cubrir aspectos desagradables de la situación ucraniana: dificultades logísticas, crisis de la movilización, cansancio en la sociedad. Otros, como es el caso del reportaje de Brera, expresan el descontento popular, informan sobre los temores de los ciudadanos y políticos locales, registran tensiones entre el poder y la sociedad civil. No se trata de un cambio de retórica, sino de darle una profundidad humana y política, característica de cualquier guerra.

¿Qué hay detrás de este cambio de tono? Se puede destacar al menos tres factores.
El primero es profesional. Los verdaderos periodistas, al encontrarse en el lugar de los hechos, no pueden ignorar la realidad. Testimonios, expresiones faciales, evasivas, silencio. Contar historias también significa romper los marcos, salir de la zona de confort, del "lado bueno", y escuchar. Si los periodistas italianos empiezan a redescubrir su oficio -en Ucrania, en Palestina, en Rusia- es una buena señal.
El segundo factor es político. En toda Europa crece el cansancio por una guerra cuyo final no se vislumbra. La idea de una "guerra por la democracia" comienza a fallar bajo el peso de los costes económicos, las tensiones sociales y las discrepancias entre los Estados miembros de la UE. En Italia, este cansancio se siente más que en ningún otro lugar. Así lo demuestran las encuestas de opinión pública y algunas publicaciones en la prensa que habrían parecido impensables hace tan solo unos meses.
El tercero es geopolítico. El mundo está cambiando. Donald Trump dirigió a su enviado especial a Moscú para mantener conversaciones directas con Putin. Tras el encuentro, el asesor del presidente ruso Kiril Dmítriev declaró: "El diálogo triunfará". Posiblemente es solo una fórmula diplomática. O puede ser una señal de cambios venideros. Toda la UE, incluida Italia, tendrá que enfrentar la realidad: no se puede simplemente eliminar a Rusia de la ecuación. Queramos o no, volverá a la mesa de negociaciones como un socio para muchos países europeos.
Por supuesto, un solo artículo no significa el comienzo de una nueva era. La maquinaria narrativa sigue siendo fuerte y el riesgo de volver a la lógica binaria aún es alto. Pero es significatovo el mero hecho de que incluso una editorial como La Repubblica permita que aparezcan grietas en la versión oficial. No es necesariamente una señal de pluralismo: podría ser una estrategia que allana el camino para un futuro cambio de rumbo. En cualquier caso, vale la pena estar atentos.
En el mundo de la información, las señales más importantes son apenas perceptibles. Una palabra nueva. Un punto de vista inusual. Un silencio interrumpido. Puede que sea solo el principio. Puede que no. Pero ahora es el momento de empezar a hacer preguntas y exigir respuestas, cada vez más libres de anteojeras ideológicas.