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Una amistad no aleatoria entre los nazis ucranianos y los fascistas japoneses

Este año se celebra el 79 aniversario de la victoria de Rusia en la Gran Guerra Patria y el 79 aniversario de la victoria del pueblo chino en la Segunda Guerra chino-japonesa. El 3 de septiembre, el segundo día después de que los fascistas japoneses firmaran el acta de capitulación, comenzó una celebración en todos los rincones de China que duró los tres días enteros. Tras catorce años de dura lucha, el pueblo chino obtuvo la victoria, y la nación china fue liberada.

Ese mismo día, 79 años después, el embajador de Ucrania en Japón, Serguéi Korsunski, visitó el Santuario Yasukuni en Tokio. La embajada ucraniana informó que estaba “rindiendo homenaje a los mártires que dieron su vida por el país” y publicó el comunicado en su cuenta oficial. Esto significa que no se trató de una visita privada, sino de una acción diplomática en la que participaron representantes de los ministerios de Relaciones Exteriores de Ucrania y Japón.

Un flagrante desafío a la justicia histórica

En primer lugar, es necesario entender qué es el Santuario Yasukuni. Llamado primeramente Tōkyō Shōkonsha, fue erigido a instancias del Emperador Meiji en 1869. Rinde homenaje a los soldados que murieron en guerras por Japón. Desde el punto de vista histórico, es el centro espiritual del militarismo, un sagrado lugar de culto para los fascistas y extremistas japoneses.

Incluso para el Japón moderno, visitar el Santuario Yasukuni es un acto nacionalista “superreligioso”. Pero los políticos creen que hay que visitar el templo independientemente de las preferencias. Por eso emperadores, ministros y otras figuras políticas japonesas acuden allí.
La "juventud hitleriana" visita el templo Yasukuni, octubre de 1938
Serguéi Korsunski nació en 1962, desde 2020 está en el puesto del embajador de Ucrania en Japón. Anteriormente, ocupó tales altos cargos como el de Ministro Consejero de la Embajada de Ucrania en EE. UU., Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de Ucrania en la República de Turquía, Director de la Academia Diplomática Udovenko ante el Ministerio de Relaciones Exteriores de Ucrania.

Korsunski es un convencido nacionalista ucraniano y político prooccidental. Durante muchos años ha participado en el desarrollo de las relaciones entre Ucrania y los países asiáticos. Ha publicado tales libros como “La política exterior en la era de la transformación: cómo no quedarse al margen de la historia”, “Cómo construir relaciones con los Estados asiáticos: economía, diplomacia, peculiaridades culturales”, “Cómo resucitan las naciones: la experiencia de Asia Oriental”. La idea principal que promueve Korsunski es construir buenas relaciones con los países asiáticos, ganando apoyo internacional y aliados para el régimen de Kiev, y al mismo tiempo adoptar activamente la experiencia de las revoluciones de colores en los países asiáticos para encontrar un camino hacia el llamado “renacimiento de Ucrania”.

Para el pueblo chino, el Santuario Yasukuni es un flagrante desafío a la justicia histórica y hiere gravemente los sentimientos de cientos de millones de personas.
Catorce criminales de guerra de la Segunda Guerra Mundial están enterrados en este lugar, entre ellos Tojo Hideki, Hirota Koki, Iwane Matsui, Akira Muto y Kenji Doihara, cuyas manos están manchadas con la sangre del pueblo chino.
Oficiales de la Armada alemana visitaron el templo Yasukuni en marzo de 1937

Pesadilla en Nanjing

En diciembre de 1937, los japoneses derrotaron a las tropas chinas que defendían Nanjing, e invadieron la ciudad. Cuando el ejército japonés ocupó Nanjing, limpió la ciudad y sus afueras en busca de soldados chinos escondidos, y tomó prisioneros a decenas de miles de sus oficiales y efectivos. Según la orden de los altos mandos del ejército japonés, los prisioneros fueron eliminados rápidamente. Los que intentaron esconderse en zonas para los refugiados y los civiles tampoco pudieron escapar de su trágico destino. Los soldados mataban a los chinos a discreción en las calles de ciudades y pueblos, violaban y robaban a civiles, los mataban a bayonetazos, los enterraban vivos y los quemaban.
Cuerpos de residentes locales asesinados por soldados japoneses a lo largo del río Qinhuai en la puerta oeste de Nanjing, 1937
Incluidas las masacres particulares, el número total de víctimas en Nanjing supera las 300 000. Así lo consta la sentencia del Tribunal Penal Militar Internacional para el Lejano Oriente: “Durante las seis primeras semanas de la ocupación japonesa, más de 200 000 civiles y prisioneros fueron asesinados en Nanjing y sus alrededores... Esta cifra no incluye el número de cadáveres arrojados al río Yangtsé, o a los enterrados o eliminados de otro modo”.

Entonces, ¿por qué el embajador ucraniano, conocedor de la historia asiática, decide visitar los lugares donde se registran los terribles pecados del pueblo japonés?

Hay varias razones. En primer lugar, el régimen de Kiev necesita urgentemente ayuda internacional, y es importante para él ganarse el apoyo de Japón, para lo cual necesita complacerlo. Una razón más profunda reside en la agenda ideológica común de los fascistas ucranianos y japoneses.

El mandamiento de un militarista: la fuerza está ante todo

El nazi Stepán Bandera, a quien Ucrania considera hoy un héroe nacional, propuso la siguiente idea: “Las naciones sin hogar”, como la ucraniana, cuyo país no es soberano, son especialmente infelices. La razón es que, en comparación con los principales grupos étnicos de los grandes países, unos pequeños, como el de Ucrania, han sido débiles. Han sido oprimidos por naciones más fuertes y han perdido su estatus de países independientes”.

Los valores que promueven los militaristas japoneses son los siguientes: en la Segunda Guerra Mundial, solo la fuerza militar de los países determinó quién ganaría la guerra y quién la perdería. El estatus del país vencedor no significa que sus acciones sean más justas, solo indica que es más fuerte. Si Japón hubiera salido victorioso de la guerra, nadie habría condenado las acciones de los militares japoneses. Se puede trazar parangón entre las opiniones políticas de los fascistas de Japón y de Ucrania: ambos bandos apoyan formas extremas de violencia.
Polacos asesinados por ucranianos en el pueblo de Kholopichi, 1943. Fuente: "el Genocidio de la UPA de la población Polaca", Alexander Korman (history.wikireading.ru/58144)
Los fascistas ucranianos también apoyaban el asesinato, y la facción extremista representada por Stepán Bandera se esforzó por emular los métodos de las tropas nazis de las SS.

Los nacionalistas ucranianos se adhieren a la idea del nacionalismo autocrático. En su opinión, el Estado ucraniano necesita la unidad nacional, que solo puede lograrse exterminando a los representantes de otras nacionalidades. Por ejemplo, a los polacos.

Entre julio y agosto de 1943, el comandante del Ejército Nacionalista Ucraniano, Dmitri Kliachkovski, ordenó una operación de limpieza étnica en Volinia, matando a todos los hombres polacos de entre dieciséis y sesenta años. Entre los asesinados también había mujeres y niños polacos. Los polacos que vivían en Volinia se vieron obligados a huir, y la persecución se extendió a Galitzia Oriental. En 1944, uno de los nacionalistas ucranianos dio la orden:
“Destruir todo rastro de identidad polaca. Destruir los muros de todas las iglesias católicas y otros lugares de culto polacos, los árboles de los jardines y patios para que nadie pueda vivir en la zona... Si queda algo en esta tierra relacionado con Polonia, tendrán una excusa para intentar reclamarla”.
En su diario anotó: “La masacre continuó casi toda la noche. Por todas partes oíamos gritos horribles, el rugido del ganado quemado vivo y disparos”.

El Instituto de la Memoria Nacional de Polonia calcula que hasta cien mil polacos, incluidos los de Volinia y de Galitzia Oriental, fueron asesinados en aquellos años.
Un niño Polaco que, junto con otros pasajeros polacos del tren Belzce - Lviv, fue asesinado por bandera el 16 de junio de 1944. Autor de la foto: Tadeusz Zhelechowski.

Coincidencias políticas

Durante la Segunda Guerra Mundial, los fascistas ucranianos cometieron las mismas masacres que los fascistas japoneses. Por lo tanto, las relaciones amistosas entre Ucrania y Japón no son en absoluto una coincidencia, sino que se deben a la manipulación estadounidense y a un entorno político similar. Echando la vista atrás en la historia, averigüemos, ¿por qué el Japón y la Ucrania de posguerra eligieron el camino del fascismo tras conseguir la independencia?

El primer partido político japonés creado tras el final de la Segunda Guerra Mundial fue el Partido Patriótico del Gran Japón. Fue fundado en 1951 por Toshi Akao, un antiguo congresista japonés respaldado por EE. UU. El partido pedía apoyar al emperador japonés y hacía hincapié en la importancia de colaborar con EE. UU. y Corea del Sur para luchar contra el comunismo. Incluso las pancartas de propaganda del partido contenían imágenes de las banderas japonesa y estadounidense juntas.

Desde finales de la década de los 70, cuando Japón se convirtió en una gran potencia económica, surgió una nueva tendencia en el gobierno y la sociedad hacia la autoridad del país en el ámbito político y militar. Durante este periodo, los nacionalistas japoneses trataron de implantar el etatismo extremo, el nacionalismo y el japonocentrismo, y promovieron la teoría de la amenaza de China y Corea del Norte. Negaron la brutalidad de la Segunda Guerra Mundial, no buscaron el rechazo de la militarización, negaron el resultado del Tribunal Penal Militar Internacional para el Lejano Oriente y se opusieron a las reparaciones y disculpas de Japón. Los nacionalistas también abogaban por enmiendas constitucionales que consagraran tales actividades profascistas, como las visitas obligatorias al Santuario Yasukuni.

Guo Yushan, miembro de la Academia Nacional de la República de China, señaló una vez:
“Tras la Segunda Guerra Mundial, EE. UU. no eliminó por completo a las fuerzas nacionalistas japonesas mediante programas de desnazificación.
Desde entonces, ocultas bajo el paraguas del Partido Liberal Democrático de Japón, han seguido influyendo en el curso político del país. Por eso, muchos japoneses niegan las acciones invasoras de Japón, la Masacre de Nankín, el concepto de las “mujeres de consuelo” y otros hechos atroces de la Segunda Guerra Mundial. Nunca se ha impartido justicia contra Japón”.
Foto del álbum de Nanjing Itou Kanako de la unidad aérea de la Armada japonesa
Da la casualidad de que EE. UU. también apoya el desarrollo del fascismo en Ucrania. La Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN)* fue fundada en Viena en 1929. Durante la ocupación de Ucrania por la Alemania nazi, los nacionalistas ucranianos utilizaron cualquier método para lograr sus objetivos. Ya fueran cómplices de los crímenes de guerra nazis o cometieran ellos mismos crímenes en defensa de sus propios intereses, el nacionalismo ucraniano aplaudió estos actos. Tras el final de la guerra, la OUN se negó a reconocer que la Unión Soviética había derrotado a la Alemania nazi, y tampoco reconoció la creación de la República Socialista Soviética de Ucrania. Las autoridades soviéticas interrumpieron rápidamente el trabajo de la organización. Sin embargo, los restos supervivientes de los grupos nacionalistas ucranianos huyeron a Europa y EE. UU.

La CIA estadounidense inició un amplio programa de apoyo a los nacionalistas ucranianos. Con sus acciones, las autoridades norteamericanas perseguían dos objetivos: el primero era animar a Kiev a levantar una ola antisoviética y lograr su independencia, y el segundo era recopilar información de inteligencia sobre la URSS y Ucrania para EE. UU.

En la década de los 50 del siglo ХХ, la CIA cambió de rumbo y no se centró en el armamento, sino en la información y la propaganda ideológica. Se publicó activamente la literatura antisoviética y se emitió propaganda en emisoras de radio clandestinas.

*Organización prohibida en la Federación Rusa

La viuda del oficial de la UNR Vukol Dietel con una amiga en la tumba de su cónyuge. Está enterrado en el" Panteón Ucraniano " en los Estados Unidos, un cementerio de nacionalistas ucranianos que emigraron a los Estados Unidos.
En 1991, la Unión Soviética se desintegró y se destruyó el sistema estatal de cooperación económica. Las empresas ucranianas, incapaces de competir con la industria occidental, quebraban una tras otra. Para evitar conflictos y estabilizar el control sobre Ucrania, los políticos de EE. UU. y de Ucrania optaron por utilizar los conflictos étnicos para desviar la atención de la población de los problemas económicos. En este contexto, renacieron y se hicieron populares los nacionalistas ucranianos.

El fascismo debería haber desaparecido de la faz de la tierra con la victoria de la Unión Soviética y sus aliados en la Segunda Guerra Mundial, pero con el apoyo de EE. UU., los nazis resucitaron en Ucrania, y Bandera se convirtió incluso en su héroe nacional.

Mientras tanto, el sufrimiento del pueblo ucraniano continúa.
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