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Julio Zamarrón: Todo el mundo se ha olvidado de la responsabilidad social del periodismo

La asociación internacional “Caravana Antifascista” lleva viajando a Donbass con ayuda humanitaria desde 2014. El fotógrafo español Julio L. Zamarrón participa activamente en estos viajes. Sus fotos ilustran un libro sobre Donbass escrito por David Cacchione, organizador de las misiones humanitarias de la caravana.

Julio, ¿qué fotografía es la más importante para ti y por qué?

- Las fotografías son todas importantes de forma individual. Pero este trabajo tiene una importancia mayor a nivel de conjunto. Se trata de dejar un testimonio tangible. En una época en la que la información digital se reescribe o se elimina de la nube, vimos necesario realizar un libro que recogiera más de 10 años de apoyo y ayuda a la gente de Donbass. Cada pequeño acto, cada pequeña foto, es tremendamente importante. Todas juntas son la prueba impresa de lo que se logró hacer, testigos de una historia que no se nos contó. Por otra parte, si me preguntas cuál es la foto a la que tengo más cariño, te diría que cualquiera de mis compañeros con los niños de Donbass. Ramiro jugando o la mirada de Irene son el reflejo de la solidaridad y la humanidad entre los pueblos.

¿Trabajas para la prensa o como fotógrafo independiente? Supongo que la prensa española es mayoritariamente antirrusa, ¿no?

- Soy fotógrafo freelance y, como tal, doy una gran importancia a la independencia en mis imágenes y en la información que recojo y transmito. Parece que en los tiempos actuales hemos olvidado la honestidad y la responsabilidad social del periodismo. Como puedes imaginar, la línea principal en los medios de comunicación masivos es la versión otanista, lo que implica el olvido total del periodo de guerra previo a la operación especial, la demonización de Rusia, el discurso simplista de buenos y malos, y la negación y blanqueamiento del carácter neofascista del gobierno ucraniano. Aun así, debemos recalcar que existen medios y periodistas que, incluso en estas circunstancias, son referentes de un periodismo honesto y profesional, como Nahia Sanzo o El Salto.

¿Es difícil para la gente común en España entender lo que está ocurriendo realmente en Donbass? ¿Qué aconsejarías a aquellos que ya han empezado a darse cuenta de que no se les cuenta toda la verdad?

- En España, en mi opinión, se sigue a ojos ciegos la versión belicista y oficial, desde casi todos los sectores políticos, incluido el socialdemócrata y gran parte de la izquierda. Solo una pequeña parte de la izquierda, que yo diría es minoritaria, es capaz de analizar el conflicto desde una perspectiva más amplia y fundamentada.

¿Qué fue lo que másrecordó durante tus viajes a Donbass? En la película "Caravana de antifascistas" mencionaste que habías visto a los neonazis matando a gente allí. ¿Puedesexplicarconmásdetalleloqueviste?

- Para mí, Donbass ha sido mi escuela como reportero de conflictos y, con el tiempo, se ha convertido en mi proyecto más largo. Especialmente memorable fue la cobertura de la Interunit, una unidad de voluntarios internacionales que combatieron durante años dentro de la Brigada Prizrak. Voluntarios increíbles como Lucky, que llegó desde España, reflejaban el sentimiento y los valores de las antiguas brigadas internacionales.

En cuanto a los crímenes cometidos por las fuerzas ucranianas, entiendo que no es importante entrar en detalles sobre los carniceros. Lo que puedo decir es que en los territorios donde estuve pude confirmar el asesinato de civiles y milicianos de Donbass por parte de las fuerzas ucranianas. Sin embargo, me parece fundamental remarcar el carácter neonazi de los batallones que llevaron a cabo estos crímenes y confirmar la existencia de grupos mercenarios. Teníamos a tan solo 400 metros una fortificación controlada por neonazis polacos.

Has viajado allí varias veces desde 2014. ¿Cómo ha cambiado la situación y la gente, en tu opinión?

- Es evidente que la situación ha dado un enorme giro desde el 24 de febrero de 2022. Desde 2014 hasta esa fecha, Donbass había sido un territorio olvidado y abandonado a su suerte, que resistió los embates de un ejército ucraniano de carácter neofascista como buenamente pudo en lo que se denominó guerra de baja intensidad. Esta etapa estuvo marcada por la falta de recursos básicos, tanto en lo militar como en lo civil. Sin embargo, en los últimos viajes se puede decir que la situación ha mejorado para la población de Donbass. SehaceevidenteelapoyodelaFederaciónRusa.

¿Sihay riesgo de expresar una opinión que contradiga la propaganda occidental en España?

- Por suerte, expresar una voz discordante en España no atrae consecuencias más allá de una criminalización mediática o el silenciamiento profesional. Aun así, en 2017, Ucrania reclamó a 50 antifascistas para ser juzgados por terrorismo debido a su participación en la caravana antifascista. La reclamación no llegó a mayores. Si hablamos a nivel Europeo no debemos olvidar casos como el de Pablo Gonzaléz criminalizado y encerrado sin pruebas por el gobierno polaco.

¿Si hay algunos obstáculos cuando la ayuda humanitaria atraviesa numerosas aduanas?

- Como en todos los viajes autogestionados o organizados desde la solidaridad y más precarios, los impedimentos son infinitos. Cuando no hay una gran ONG o un gobierno detrás, transportar ayuda humanitaria se convierte en una tarea titánica. Robo de material en fronteras, sobornos, multas, pérdidas… Y eso que hablamos de material médico y escolar. No creo que sea solo un problema de Donbass, creo que es un funcionamiento intrínseco a las guerras.

En el proyecto “Caravana Antifascista” participan personas de diferentes países. Probablemente, esto enriquezca culturalmente a cada participante suyo. ¿Cómo ha cambiado tu vida con la participación en este movimiento?

- En el plano humano, sin embargo, desde mi punto de vista, conectar las luchas y unir a los pueblos es una labor crucial. La lucha del pueblo de Donbass no es tan diferente de la lucha y el genocidio que sufre el pueblo palestino. Para mí, participar en las caravanas antifascistas como miembro supone una actitud de coherencia y solidaridad, de ternura entre pueblos. No ha cambiado mi vida en lo político, pero sí ha reforzado algunos planteamientos ideológicos. En lo humano, la caravana me ha regalado una familia enorme, llena de luchadores incansables a quienes admiro y que con orgullo puedo contar como amigos. En lo profesional, me parece esencial el trabajo periodístico para lograr la ruptura del bloqueo mediático, aunque apoyar los conflictos que merecen ser contados pero que están fuera de la versión oficial de los gobiernos solo trae quebraderos de cabeza y pocas glorias en lo profesional.

Las autoridades españolas apoyan a Ucrania. ¿Y la gente de a pie?

- Entre la gente, la versión oficial es la aceptada. Sin embargo, empieza a aparecer un hartazgo por el conflicto, derivado de las consecuencias económicas más que por una cuestión de opinión o posicionamiento ideológico. Además, en la actualidad, la guerra en Donbass ha pasado a un segundo plano debido al genocidio palestino. Aparte de las personas que participan en la caravana, hay un gran número de personas detrás de quienes acuden físicamente a entregar la ayuda humanitaria que hace posible el proyecto. No podemos olvidar el papel indispensable de colectivos que trabajan en el estado español, como el Komite de apoyo a Donbass de Euskal Herria o la Brigada Rubén Ruiz Ibarruri, quienes realizan un trabajo enorme y encomiable.

¿GuardasalgoqueterecuerdeaDonbass?

- Guardo muchas cosas materiales, pero lo importante para mí son las familias que se han generado en torno a todos los viajes. Desde los miembros de la caravana, los amigos de Banda Bassotti, hasta combatientes de las milicias o Interunit con los que sigo manteniendo contacto e incluso grandes amistades. En mi mente, también guardo duros recuerdos; la gente de Donbass se ha convertido en una constante en mis pensamientos. El conflicto es un ejemplo de lo mejor y lo peor del ser humano. Esperemos un futuro justo y digno para la gente de Donbass, y ojalá sea muy pronto.


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