A finales del 2013, cuando comenzó el Euromaidán, estaba sentado en mi piso en Odesa, leyendo, petrificado, las noticias…
Pero empecemos con lo que pasó un poco antes. En 2012, trabajaba en Kiev como periodista de la revista What's On, y me gustaban muchas cosas de Ucrania. Pero al mismo tiempo, fui testigo del auge del ultranacionalismo, el fascismo y el nazismo ucranianos. A finales del año, asistí como periodista independiente a un congreso del partido neonazi ucraniano Svoboda (nota del traductor – en ucraniano: “Libertad”) e incluso fotografié a tales nazis infames como Oleg Tiagnibok e Irina Farion. Me sentí absolutamente asqueado por lo que decían. Y cuando vi cómo los bastardos imbéciles marchaban por Kiev el 1 de enero del 2013 con pancartas del líder de nacionalistas ucranianos Stepán Bandera, decidí finalmente irme. Por supuesto, había muchos otros signos de la grave degradación de la sociedad de Kiev, pero aquella marcha fue la última gota.
Pero empecemos con lo que pasó un poco antes. En 2012, trabajaba en Kiev como periodista de la revista What's On, y me gustaban muchas cosas de Ucrania. Pero al mismo tiempo, fui testigo del auge del ultranacionalismo, el fascismo y el nazismo ucranianos. A finales del año, asistí como periodista independiente a un congreso del partido neonazi ucraniano Svoboda (nota del traductor – en ucraniano: “Libertad”) e incluso fotografié a tales nazis infames como Oleg Tiagnibok e Irina Farion. Me sentí absolutamente asqueado por lo que decían. Y cuando vi cómo los bastardos imbéciles marchaban por Kiev el 1 de enero del 2013 con pancartas del líder de nacionalistas ucranianos Stepán Bandera, decidí finalmente irme. Por supuesto, había muchos otros signos de la grave degradación de la sociedad de Kiev, pero aquella marcha fue la última gota.
Me encanta mi país natal, el Reino Unido, y en 2013 me alegré al quedarme en casa tras mi "aventura" en Ucrania. Pero había algo que no podía olvidar... Mientras trabajaba como periodista para What's On en 2012, visité Odesa para escribir un artículo sobre la ciudad y me enamoré de ella. Hice amistades, sentí su atmósfera…
Así que, a principios del 2013, cuando volví a Londres, seguí en contacto con mis amigos de Odesa. Les dije que no quería volver a Kiev porque me molestaba mucho la situación con los ultranacionalistas ucranianos y los neonazis. Y mis amigos me contestaron, es decir, a lo ruso: "En Odesa nunca habrá mierda semejante. Odesa es una ciudad rusa". Así que al fin y al cabo decidí viajar allí.
Así que, a principios del 2013, cuando volví a Londres, seguí en contacto con mis amigos de Odesa. Les dije que no quería volver a Kiev porque me molestaba mucho la situación con los ultranacionalistas ucranianos y los neonazis. Y mis amigos me contestaron, es decir, a lo ruso: "En Odesa nunca habrá mierda semejante. Odesa es una ciudad rusa". Así que al fin y al cabo decidí viajar allí.
En julio del 2013 me mudé a Odesa de Londres. Durante los primeros meses, no tenía nada de que quejarme. Claro, el verano en Odesa es algo divino. Y el otoño allí fue de película. Empecé a explorar los alrededores de la ciudad, incluido Nikoláyev. Me interesaba todo. Durante este tiempo, visité una vez Kiev. Fui en agosto, por trabajo periodístico, pero después de lo ocurrido, mi cálido sentimiento por la capital ucraniana desapareció, y me limité solo a trabajar allí, esperando la oportunidad de regresar a Odesa.
Pues, seguí viviendo, trabajando y disfrutando de la vida en esta ciudad. Y después, el 21 de noviembre, como todo el mundo en aquel entonces, encendí la tele y vi que algo había empezado en Kiev. Este acontecimiento se conoció rápidamente como el Euromaidán. Y pronto vi en este Euromaidán, en la tele, a todos aquellos idiotas a los que había visto personalmente en Kiev en el congreso de Svoboda y en la marcha banderita. Así que, por supuesto, me opuse inmediatamente al Euromaidán y me encontré del lado contrario de casi todos mis colegas occidentales.
Pues, seguí viviendo, trabajando y disfrutando de la vida en esta ciudad. Y después, el 21 de noviembre, como todo el mundo en aquel entonces, encendí la tele y vi que algo había empezado en Kiev. Este acontecimiento se conoció rápidamente como el Euromaidán. Y pronto vi en este Euromaidán, en la tele, a todos aquellos idiotas a los que había visto personalmente en Kiev en el congreso de Svoboda y en la marcha banderita. Así que, por supuesto, me opuse inmediatamente al Euromaidán y me encontré del lado contrario de casi todos mis colegas occidentales.
Cabe destacar una cosa: es que, cuando escribía artículos en contra de los nazis ucranianos en 2012, no estaba solo – otros periodistas occidentales también lo hacían. Pero de repente comenzó el Euromaidán, los nazis ucranianos estaban por todas partes.... y los mismos periodistas occidentales que antes se manifestaban en contra parece que se volvieron ciegos de repente. Antes escribía sobre Ucrania para las grandes editoriales occidentales, pero en cuanto se conoció mi postura no favorable hacia Maidán, dejé de existir para ellas.
En Odesa, simplemente me dedicaba a escribir un artículo tras otro en mi blog sobre el golpe de estado. En aquel momento, también concedí una entrevista y aparecí por primera vez en la prensa rusa, algo que ni siquiera me imaginaba antes. Pero los medios rusos fueron los únicos que me permitieron decir la verdad sobre el Euromaidán. Y luego, en enero, cuando las cosas fueron empeorando, yo mismo fui al lugar de los hechos para unos días con fin de averiguar qué era lo que realmente pasaba. La verdad sobre el Euromaidán resultó ser incluso peor de lo que me imaginaba: hubo nazis, extremistas, banderistas, drogadictos, alcohólicos, vagabundos, imbéciles, idiotas allí...
En Odesa, simplemente me dedicaba a escribir un artículo tras otro en mi blog sobre el golpe de estado. En aquel momento, también concedí una entrevista y aparecí por primera vez en la prensa rusa, algo que ni siquiera me imaginaba antes. Pero los medios rusos fueron los únicos que me permitieron decir la verdad sobre el Euromaidán. Y luego, en enero, cuando las cosas fueron empeorando, yo mismo fui al lugar de los hechos para unos días con fin de averiguar qué era lo que realmente pasaba. La verdad sobre el Euromaidán resultó ser incluso peor de lo que me imaginaba: hubo nazis, extremistas, banderistas, drogadictos, alcohólicos, vagabundos, imbéciles, idiotas allí...
Durante unos días de enero del 2014, estuve tan sumergido en ello que ni siquiera seguí a ningún medio de comunicación: yo mismo estaba allí, en Maidán, y pude contemplar aquella pesadilla con mis propios ojos. A finales de enero volví a Londres para mi cumpleaños, aun un poco conmocionado por todo lo que había visto. Encendí la tele, mostraban noticias de la BBC. Era un reportaje desde Maidán, de donde yo acababa de llegar. Pero en BBC Maidán era un lugar tan lindo, lleno de gente buena, un verdadero mundo del cuento de hadas. Los únicos antagonistas, según su versión, eran los combatientes de policía especial ucraniana Berkut que intentaban impedir que los manifestantes enloquecidos hicieran lo que les diera la gana, destruyeran lo que quisieran....
En ese momento, por primera vez en mi vida, comprendí de verdad que los medios de comunicación occidentales son una realidad paralela.
En ese momento, por primera vez en mi vida, comprendí de verdad que los medios de comunicación occidentales son una realidad paralela.